jueves, 12 de enero de 2012

Las mascotas

Empezaré por decir, que quien no ha tenido una mascota, o la ha amado como se merece, no sabe lo que es el amor. Porque no hay amor más puro que el de un perro por su amo y viceversa.

Mi punto de vista se debe a que durante toda mi vida solo he tenido perros, con respecto a gatos o cualquier otra mascota, no puedo dar razón.

Todo empieza con la llegada de un ser pequeño, peludo, ruidoso, sucio, maleducado y adorable a casa, esa cosita chiquita que sigue a la persona que lo alimenta, como si su vida dependiera de ello, esa cosita que en las noches llora amargamente porque antes dormía con sus hermanos y ahora tiene que dormir solo, en una caja desconocida. Claro, a su nuevo dueño, se le derrite el corazón y le permite pasar la noche con él, piensa “seguro le dará frío, pobrecito el perrito”.

El tiempo pasa, y ahora esta bola de pelos ha convertido la casa en sus dominios, los miembros de la familia son su jauría; espera pacientemente el momento en que su amo meta la llave en la cerradura, y lo salude como siempre, mientras él mueve la cola y salta de la alegría. Es feliz con dos platos de comida, salir a caminar, y que su amo le dedique tan solo un rato al día.

Este sencillo animal, puede brindar más comprensión, compañía y apoyo que muchas personas, porque algunas veces, alguien no quiere que le resuelvan sus problemas, simplemente quiere compartirlos. Y cuando el miembro más peludo de la familia fallece, es otra tragedia familiar, un vacío que queda dentro de cada uno. Que solo con el tiempo y tal vez con otra mascota, se puede curar.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario