miércoles, 26 de septiembre de 2012

El Brillo Malévolo

¿Se han fijado ustedes en el brillo malévolo en los ojos de una mujer que le dice a una "amiga" que está "gorda" o cualquiera de sus sinónimos? o peor aún, cuando usan cualquiera de sus eufemismos: "repuestica", "rellenita" y el más detestable de todos "trozuda, ¿qué clase de adjetivo es ese? es una total y absoluta falta de todo.

Claro está que ese brillo malévolo no está solo entre "amigas", sino entre tías, primas, jefes, compañeras de trabajo y en general en cualquier relación que pueda existir entre dos mujeres, excluyo de este listado a mamás y hermanas, por que con ellas, la relación y todo lo que se dice en esta, tiene una naturaleza totalmente distinta.

Volviendo al inicio, el brillo malévolo en los ojos de ciertas mujeres que se debe única y exclusivamente al hecho de haber encontrado una fuente de placer perverso, de saber que algo tan delicado para las mujeres, el peso, se le está saliendo de las manos a la susodicha (víctima de la mirada aquella); la pregunta real no es por qué lo disfruta, sino por qué el hecho de subir o bajar unos cuantos kilos pasó a ser de interés privado a interés público. Es un tema igualmente delicado con el pelo o con la piel, éstos comentarios son la mayoría del tiempo llenos de veneno, o de un tono que pueden hacer sentir a cualquiera como una cucaracha; afortunadamente entre los hombres (suertudos ellos) este tipo de observaciones no se dan, porque ellos andan pendientes de otras cosas, y si una mujer llega a decirles algo así, solo les importará si viene de alguien que les gusta.

Pero la pregunta permanece, ¿por qué? ¿por qué cualquier persona se regocija en la desgracia de otra? y más importante aún ¿cómo lo hace, y sigue tan tranquilo por la vida?; A menos que todos seamos santos, y es claro que no lo somos, sé que todos nos hemos alegrado, así sea un poco por algo trivial que le pasó a aquella persona que no soportamos, un regaño del jefe porque hizo alguna burrada, o que le haya salido el pelo en el almuerzo a ese quisquilloso que se muere del asco (inserte aquí una sonrisa malvada).

Todos tenemos en nosotros un pequeño ruin, todos alguna vez hemos tenido ese brillo malévolo en los ojos.

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