El panal comercial

Estando en un centro comercial, de esos que parecen panales, y cada abeja se mueve de forma errática, pasando de una celda a otra, mirando, regateando y comprando de forma frenética; de repente empieza a llover, un aguacero torrencial que incluso hace que una mujer con su perro, busquen refugio bajo el techo del centro comercial; una plazoleta donde se unen comidas, dulces y atracciones para niños; las abejas retoman su identidad humana, se miran unos a otros con preocupación, preguntándose ¿cuándo cesara esta lluvia? ¿Nos dejara salir algún día? ¿Y qué pasa si no deja de llover? Pensando en sus hogares y familias, en la posibilidad de una inundación que afecte su casa, las calles infestadas de carros que forman interminables trancones, miles de pensamientos de este tipo atraviesan la mente de los que comparten el recinto, cuando así como comenzó, el aguacero cesa, se escuchan los juegos, los niños, cubiertos contra la losa, y todo vuelve a la normalidad, la Sra. y su perro siguen su camino, y las personas sufren de nuevo la metamorfosis que las convierten en abejas que continúan su recolección, no de polen, sino de cosas, necesarias, o innecesarias que la cultura nos ha convencido de que sin ellas no podemos vivir.

¿Y si somos humanos más a menudo? Nuestra “humanidad” se activa cuando vemos que algo nos puede afectar directamente, o cuando una catástrofe logra tocar nuestros corazones, pero ¿no deberíamos ser humanos todo el tiempo?