Que alce la mano el que nunca se ha visto obligado por razones absurdas a algún compromiso social.
Y pues bueno, irremediablemente somos animales sociales, que necesitamos relacionarnos, establecer lazos con nuestros similares; construir nexos, tener conocidos, amigos, y gente con la cual estamos interactuando diariamente. De estas personas que hacen parte de nuestros círculos sociales, eventualmente alguien necesitará un favor, o nosotros algo de ellos, ayuda que algunas veces se dará con gusto, y otras a regañadientes, por que una vez que alguien nos ha hecho un favor, es como si se firmara un pacto, en el que uno también está dispuesto a realizar un favor, de regreso.
De la misma manera y gracias a una cadena infinita de favores que van y vienen, vamos adquiriendo, sin darnos cuenta otras obligaciones, como la asistencia, ya no opcional, sino “mandatoria” a eventos a los que no necesariamente quisiéramos asistir; claro que bueno, ya untada la mano, untado el codo y una vez se ha ingresado a dicho evento, uno no se puede poner a hacer mala cara, sino a poner su mejor sonrisa y pasarla lo mejor posible.
Ya se ha estudiado ampliamente la teoría de los “seis grados de separación” según la cual cualquier persona en la tierra puede estar conectada a otra a través de una cadena de conocidos que no tiene más de 5 eslabones (conocidos); en otras palabras, el mundo es un pañuelo y por lo visto cada vez mas pequeño y a menos que Ud. sea un ermitaño, lo que se debe hacer es andar por la vida con una buena cara y dispuesto a conocer a las personas a su alrededor, nadie dice que uno debe convertirse en un tapete al que todos le pasen por encima o cambiar su forma de ser para intentar agradarle a todos, simplemente esperar que la ley de la atracción haga de las suyas, y a la vida de cada persona, vaya llegando lo que se merece.
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